El Club Náutico Mar del Plata cumple un siglo de historia como espacio de deporte, comunidad y valores.
Una vida de 100 años es digna de destacar, homenajear y celebrar. Pero cuando esa vida es la de una institución, todo se multiplica porque miles de personas fueron parte del camino recorrido…
Juan Agra
El sueño centenario del Club Náutico Mar del Plata
La vida de Juan Agra está íntimamente ligada al CNMP, marcada por un firme compromiso y una visión transformadora. Desde su llegada en 1981, ha ocupado roles fundamentales, desde tesorero en dos ocasiones hasta asumir la presidencia en 2021, siendo reelecto en 2024. Con su sólida formación como Contador Público Nacional y Licenciado en Administración, ha liderado la renovación de infraestructuras clave, como vestuarios y distintas áreas, y ha contribuido a la organización de eventos internacionales destacados, como el Mundial de Optimist. Después de enfrentar la crisis pandémica y atraer nuevos socios, Agra, junto a la Comisión Directiva del club, han revitalizado la institución creando una comunidad multigeneracional que considera al Náutico un verdadero hogar para el deporte, la cultura y la recreación. Su enfoque en la modernización, sin olvidar el legado histórico, se traduce en proyectos que fusionan la tradición con las demandas del siglo XXI.
¿Qué experiencias en el club marcaron tu compromiso y te impulsaron a llegar a la presidencia?
Juan Agra: “A los dos años de ingresar al club (allá por el año 1983) me eligieron para ser Tesorero, cargo que desempeñé de manera ininterrumpida hasta 1994. Siempre me atrajo impulsar proyectos, y junto al ingeniero Jorge Pascarelli integramos un equipo convencidos de que el club tenía un gran potencial para crecer. Tras un impasse, a partir de 1983, la construcción y la renovación cobraron un ímpetu especial. Luego, en 2016, me volvieron a convocar para ejercer de tesorero, invitado por Eduardo Ramírez –quien había sido electo Presidente en el 2015. Sintiéndome un emprendedor, surgió la posibilidad de aspirar a la Presidencia. Así, desde el 2021 he ejercido ese rol, y en agosto de 2024 fui reelecto para continuar escribiendo esta historia centenaria.”
¿Cómo afectó la pandemia al club y qué medidas se tomaron en el periodo post-pandemia?
Juan Agra: “La asamblea en la que fui elegido presidente tuvo que celebrarse por Zoom, ya que la pandemia no nos dejaba otra opción. Sin duda, al club le golpeó fuerte la crisis: perdimos cerca de 450 socios. Sin embargo, a veces las crisis son también oportunidades. Aprovechamos ese momento para potenciar la actividad social sin descuidar la deportiva, lo que nos permitió, al salir de la pandemia, iniciar un crecimiento sustentable hasta llegar a un casi 40% más de socios en comparación con el periodo previo. El año pasado, en agosto de 2024, celebramos una asamblea histórica con más de 830 socios votantes y fui reelecto con el 71% de los votos, confirmando la fortaleza y el compromiso de nuestra comunidad y las políticas implementadas”
¿Cómo trabajan en rescatar y preservar la historia y el legado del Club Náutico?
Juan Agra: “Es fundamental mirar al pasado para proyectar el futuro. En este sentido, José Luis Godoy, nuestro actual vicepresidente y uno de los socios más antiguos, se puso a bucear en los archivos de la ciudad, en diarios como La Capital y otros registros históricos. De ese esfuerzo nació una línea de tiempo, que ya pueden ver en la sala de trofeos, y que dividida por décadas será plasmada en un libro especial para conmemorar el centenario. Recuperar y difundir nuestra historia es rescatar la esencia y las ideas de los fundadores, así como rendir homenaje a todas las comisiones y generaciones que han hecho posible estos 100 años.”
El club abarca deportes, recreación, cultura y comunicación. ¿Cómo coordinan tantas actividades?
Juan Agra: “Contamos con un equipo de trabajo comprometido y organizado: cada miembro de la comisión directiva lidera una subcomisión de deportes específicos y acciones institucionales. Además, para abarcar todas las actividades deportivas y culturales tenemos una subcomisión específica de “deportes, recreación y cultura”. Nuestro lema es la familia y el club es ‘un club de todos’, eso se refleja en la amplia oferta de actividades: desde galas con la banda sinfónica de la municipalidad, clases de teatro, competencias deportivas como el Mundial de Optimist, hasta la Semana Internacional del Yachting y talleres de escritura. Buscamos que tanto el Miniclub(el Náutico para niños) como las actividades para adultos estén diseñados para que cada socio encuentre su lugar y se sienta parte integral de esta gran familia.”
¿Cuál es la situación actual del hockey y el roller hockey en el club, y qué desafíos enfrentan en cuanto a espacio y desarrollo?
Juan Agra: “El hockey y el roller hockey son disciplinas importantes para el club, pero, lamentablemente, nos encontramos limitados por el espacio físico. En roller hockey contamos con aproximadamente 60 jugadores mientras que en hockey mas de 200y en ambas disciplinas chocamos con la falta de lugares adecuados para su practica. Aprovechamos parte del espacio que teníamos para construir una cancha sintética, que si bien sirve para entrenamientos y preparación, es insuficiente para competiciones, por eso alquilamos las canchas del Emder para los partidos oficiales. Aun así, ver un partido de hockey es una experiencia muy grata, con la presencia de padres y niños en las gradas, todos luciendo la remera y las banderas. Mi aspiración es que en el futuro podamos contar con una cancha de hockey reglamentaria que nos permita desarrollar plenamente este deporte como así también el Roller Hockey”.
¿Cómo han logrado equilibrar la herencia náutica con la tradición tenística, y qué referentes destacan en cada disciplina?
Juan Agra: “Si bien el club tuvo sus inicios en la actividad náutica, con el tiempo se fueron sumando otros deportes. Aunque en alguna época se destacó, por ejemplo, un equipo de básquet o de natación, hoy nuestros pilares son la náutica, el tenis, el remo y el hockey, este último por su carácter de deporte colectivo. Tenemos el orgullo de contar con referentes emblemáticos, como nuestro embajador deportivo Guillermo Vilas, a quien recuerdo en palabras propias: ‘revolucionó el tenis en Argentina, transformando un deporte reservado para ciertos grupos en algo popular y accesible’. Además, jóvenes talentos como Martín Jenkins –dos veces campeón mundial de Optimist– muestran que la base se renueva. Recordemos que en la década del 50 nuestro bote de remo se consagró en los ámbitos europeos, lo que ilustra la tradición ganadora del club. Lo más gratificante es la sinergia entre disciplinas: muchos que compiten en náutica tienen familiares o amigos que se dedican al tenis y viceversa, lo que fortalece el espíritu colaborativo. La organización del Mundial de Optimist 2024 (segunda vez que el club es sede de este evento internacional) contó con participantes de 51 países –frente a los 30 de la organización del año 1992– fue, para mí, ‘la fruta del postre’, evidenciando la capacidad de nuestro club para unir a todos bajo un mismo espíritu.”
¿Creés que las instalaciones del club, como las 12 canchas iluminadas, también atraen turismo a la ciudad?
Juan Agra: “Somos uno de los pocos clubes que cuenta con tantas canchas de tenis; de hecho, es probable que seamos de los que más tenemos en el país. Estas actividades no solo fortalecen al club, sino que también pueden atraer turismo y devolver a la ciudad parte de lo que nos ha dado. Por ejemplo, en agosto o septiembre se disputará un campeonato Challenger aquí en Mar del Plata, lo que sin duda posicionará a la ciudad en el mapa deportivo. Además, tenemos en agenda otros torneos importantes, como el Torneo del Sur de la República de Veteranos y el Campeonato Sudamericano de Clubes de Veteranas de Tenis, que se realizan en marzo y a inicios de abril respectivamente.”
¿Cómo se manifiesta el puente generacional en el Club Náutico?
Juan Agra: “Lo que distingue a nuestro club, no sólo en Mar del Plata sino en muchas ciudades, es ese ambiente familiar que hace que quienes ingresan se queden. En lo personal, crío a mis hijos aquí y hoy ellos están criando a mis nietos, quienes interactúan con el club y colaboran con iniciativas como la Escuela de Orientación Deportiva. Siempre bromeo diciendo que cuando salgo de casa mi GPS me indica ‘siete minutos para llegar al club’ –más rápido que a la oficina. Basta pasar por el estacionamiento para notar que, a cualquier hora, se llena de autos, porque la gente viene y se queda. Ese es el puente generacional que nos impulsa a seguir creciendo y a mantener vivo el legado de estos 100 años.”
¿Cómo aplicás tu formación en administración y contabilidad en la gestión del club?
Juan Agra: “Mi primera experiencia en el club fue entre 1983 y 1994, cuando me desempeñé como Tesorero. Conozco profundamente el club, sus internas y todas las vicisitudes que ha atravesado. Mi profesión me ha ayudado muchísimo, ya que ser licenciado en administración me brinda un conocimiento amplio que va más allá de los números y el balance –aunque trato de delegar esos detalles al actual tesorero o al auditor–, permitiéndome tener una visión integral del panorama financiero. Esto es fundamental para mi visión de crecimiento del club pero administrando bien sus recursos, lo que nos permite realizar obras y mejoras de manera permanente.”
Pensando en el futuro, ¿qué legado dejás y qué soñás para el club, de cara a los 150 o 200 años?
Juan Agra: “Yo lo que pretendo es que el club retribuya al socio con el disfrute de las instalaciones y servicios que brinda. En estos cuatro años de gestión, con todo el equipo que me acompaña –porque solo no se puede hacer nada– hemos trabajado para transformar el club y adecuarlo a los estándares de este siglo. Remodelamos todo el ingreso y estamos ejecutando nuevas obras de manera constante. Por ejemplo, vamos a inaugurar un sector nuevo del vestuario para damas, que cuenta con un 42% más de lockers, lo cual es una cifra muy significativa y también con un nuevo sector de sanitarios, duchas y toilettes. Posteriormente, aspiro a ampliar el vestuario de caballeros y modernizar el salón principal, que es el punto de encuentro del socio entre actividades –ya sea esperando la práctica de náutica o un partido de tenis. Las instalaciones, en parte heredadas de los años 60, merecen adaptarse a las necesidades actuales. Además, mi compromiso es formar nuevos dirigentes, lo cual es esencial, aunque demandante en tiempo y energía. Mi visión es clara: un club moderno, en crecimiento, de cara al mar y con un fuerte arraigo en todas las disciplinas deportivas.
Lo que reconozco en el Náutico –y lo digo desde la perspectiva de alguien que no es un deportista declarado, sino un amante de la vida del club– es que la fortaleza de una institución no se mide por los balances ni los activos, sino por la gente que la compone. Recorro otros clubes y encuentro que el Náutico tiene un nivel de actividad que no es frecuente en ningún otro lado. Aquí se vive una intensa vida social, que se nota en el movimientoen los espacios comunes como lo esel buffet y en la interacción diaria, más allá de la acción exclusiva en las canchas y en los deportes náuticos. Esa diversidad de actividades, desde pilates o ajedrez hasta talleres de teatro y lectura, clases de tango y coro o yoga y funcional, ciclos culturales (presentación de libros y funciones de proyección de películas) y charlas o encuentros relacionados con la salud, la actividad física y el bienestares la clave de nuestro éxito”.
José Luis Godoy
70 años de pasión náutica, aventura y liderazgo
En los clubes deportivos, algunos nombres simbolizan historia y compromiso. José Luis Godoy es uno de ellos. Su vida está profundamente ligada al Club Náutico Mar del Plata, donde ha dejado una huella imborrable. Socio desde hace más de 70 años, comenzó a los 18 en la Subcomisión de Yachting y asumió roles clave como Subcapitán y Capitán. Ingeniero agrónomo, también destacó en el ámbito académico y privado. Su espíritu aventurero lo llevó a fundar el CADEI y organizar expediciones icónicas, como la del Río Colorado en 1973 y al Aconcagua en 1995, reafirmando su vínculo con la exploración y la naturaleza. En 2021, emprendió la investigación y redacción de 100 años de Historia, un libro que conmemora el centenario del club y homenajea a quienes forjaron su legado. En esta entrevista, comparte los hitos más importantes de su vida en el Náutico y el proceso de creación de esta obra, que busca inspirar y fortalecer el sentido de pertenencia de los socios.
¿Qué te motivó a sumarte a la gestión del club siendo tan joven?
José Luis Godoy: “Inicialmente, la necesidad institucional de ayuda y colaboración. Cuando éramos jóvenes, quienes integraban la comisión directiva y las distintas subcomisiones eran personas de mayor edad. Nosotros participábamos como colaboradores en la subcomisión de yachting, organizando diversos eventos. De hecho, al ingresar, se estaba llevando a cabo la segunda semana nacional de yachting. Ese contexto marcó mi inicio en la participación del club, aunque con algunas interrupciones a lo largo del tiempo debido a mis responsabilidades y estudios. Sin embargo, siempre mantuve mi compromiso con la institución.”
¿Qué paralelismos ves entre una travesía extrema y la gestión del club?
José Luis Godoy: “Siempre formé parte de un equipo, y eso es fundamental. Desde jóvenes, vivimos experiencias que nos marcaron profundamentey un ejemplo de ello fue la expedición por el Río Colorado, con el objetivo de descender desde la cordillera hasta el mar. Fue una aventura nacida en el club, con su apoyo, y que comenzó de manera desafiante: en la expedición de 1971, se nos perforó el bote, lo que nos llevó a intentarlo nuevamente en 1973. Esa experiencia, llena de dificultades y aprendizajes, guarda muchas similitudes con la gestión y el liderazgo: requiere trabajo en equipo, resiliencia y la capacidad de convertir los obstáculos en impulso para avanzar. Estas vivencias han sido clave en la historia del club y en mi visión sobre afrontar grandes desafíos.”
¿Cómo fue el proceso de creación del libro del centenario?
José Luis Godoy: “Fue un proceso muy enriquecedor. En diciembre de 2020, hace casi cinco años, un amigo y socio del club me compartió una gran cantidad de documentos heredados de un ex miembro de la comisión directiva. Entre ellos había numerosas memorias y balances, que constituyen el eje de la historia de cualquier institución. Esto me llevó a considerar escribir la historia náutica del club. Conversé con el entonces presidente, Eduardo Ramírez Lijo, quien me respondió: ‘José Luis, en 2025, cuando cumplamos 100 años, hay que hacer el libro del centenario’. Así inicié un proyecto más complejo, abarcando la historia de una institución clave para la ciudad y reconocida nacional e internacionalmente. Con la colaboración de numerosos socios, que aportaron fotografías y documentación, fui armando un gran rompecabezas. Durante un año y medio, visité la hemeroteca dos o tres veces por semana para revisar y conectar las piezas que dieron forma a la narrativa del centenario.”
¿Descubriste alguna sorpresa en el camino?
José Luis Godoy: “Sí, una revelación impactante fue el trágico destino del primer presidente provisorio del club, Eduardo Peralta Ramos. Figura de gran fortuna e impulsor de actividades locales, también era director en Mar del Plata del Banco Español y Río de la Plata, aunque residía en Buenos Aires. Me sorprendió saber que, seis meses después de asumir, falleció trágicamente. En la hemeroteca hallé la explicación: según el diario La Capital del 18 de septiembre de 1925, se informó su suicidio.”
¿Cómo estructuraste el libro?
José Luis Godoy: “Tiene casi 300 páginas y está dividido en 10 capítulos, cada uno abarcando una década. Lo definí como una síntesis cronológica de la historia del club. Digo síntesis porque es un libro histórico y documental de 100 años de vida institucional, que no es poco, pero la historia nunca se detiene.”
¿Cuántos personajes aparecen en los diez capítulos?
José Luis Godoy: “Incontables. En el ámbito deportivo, por ejemplo, destacan figuras como Guillermo Vilas y otros campeones mundiales y sudamericanos. Pero también están quienes desempeñaron un papel clave en la historiadel club. Tres nombres sobresalen: Gaetano Gigli, eje de la náutica y otras actividades; Alberto Valle, entrenador de remeros que llevó al club a la gloria en competencias nacionales e internacionales; y Felipe Locicero, formador de tenistas de élite, incluido Guillermo Vilas. Su legado fue fundamental para la consolidación del club.”
¿Cuáles son los elementos clave para que las nuevas generaciones comprendan y se conecten con el espíritu del club?
José Luis Godoy: “Para el futuro del Club Náutico Mar del Plata, el mensaje es claro: cuidar el club. La identidad y el sentido de pertenencia son esenciales.”
¿Cómo proyectas el futuro, más allá de este legado en forma de libro?
José Luis Godoy: : “Siempre digo que, al estar en la comisión directiva, la coyuntura puede absorberte, pero es fundamental que alguien piense en el club a 30 años vista. El club se adapta a las demandas actuales, y esta proyección es vital para nuestro futuro institucional. Todo lo que hacemos se realiza con una visión orientada hacia el futuro, manteniendo una gestión positiva y enfocada en la mejora continua. Juan Agra, una persona que ha aportado dinamismo, pasión, fuerza y proyección, hace que sea un orgullo ser parte de esta Comisión.”
Raúl Grimaldi
Familia, amistad y los valores forjados en CNMP
El Club Náutico es más que una institución centenaria; es un legado familiar que une generaciones. Raúl Grimaldi, médico y socio vitalicio, ha sido testigo de su historia como espacio de deporte, comunidad y valores. Con cuatro hijos, seis nietos y 15 familiares activos, su vida refleja cómo el club es un pilar educativo y social.
Desde sus inicios en la náutica hasta su transición al tenis y golf, el deporte ha sido su gran constante. “El deporte es fundamental”, afirma. Pero el Náutico también es creatividad y diversión: entre anécdotas memorables, recuerda cuando un elefante los llevó en un safari improvisado.
Con playa, sauna y partidas de cartas, el club es un “segundo hogar” para los Grimaldi.. Más que recuerdos, Raúl invita a valorar el Náutico como un espacio donde se forjan amistades, carácter y momentos que dan sentido a una vida plena.
¿Qué significa el Club Náutico para vos y tu familia?
Raúl Grimaldi: “Este club es esencialmente un lugar familiar. Aquí, mis hijos crecieron y ahora mis nietos también lo hacen, todo en un ambiente saludable y deportivo. Siempre he pensado que el deporte es el mejor aliado contra los problemas que afectan a la juventud. Este lugar nos ha unido: mi esposa y yo jugábamos al tenis, nuestros tres hijos varones se dedicaron a la náutica y nuestra hija practicaba hockey. Aunque cada uno se enfocaba en actividades diferentes, siempre nos reuníamos. He vivido momentos alegres y tristes en el club; a lo largo de los años, hemos perdido amigos con quienes compartimos deportes, viajes y celebraciones. Recuerdo con cariño un grupo que organizaba cenas y disfrutábamos de la “troupe”, una experiencia muy agradable. Somos una familia grande: tengo cuatro hijos, que ahora son como ‘hijos políticos’, y seis nietos. De los 16 miembros que conformamos la familia, 15 son socios del club; la más pequeña, de 6 años, pronto también lo será. No puedo imaginar otra familia con tantos integrantes activos.”
Contanos sobre la troupe. ¿Cómo surgió y qué anécdota destacás?
Raúl Grimaldi: “Un grupo de socios nos reunimos con la idea de entretenernos y también al público. Mi esposa y yo teníamos un número que gustaba mucho: hacíamos una canción de Pimpinela, yo disfrazado de mujer y ella de hombre. Además, teníamos un número artístico y otro en el que yo hacía de mago. La troupe era genial, aunque hemos perdido muchos videos, quedaron muchas anécdotas. En una ocasión, llevamos la troupe a Bahía Blanca para un torneo de tenis. Recuerdo que mi esposa, desde su comisión de recreación infantil, me propuso disfrazarme de rey mago y llegar en camello. El circo Tihany, que siempre colaboraba con nosotros, ofreció camellos, pero al final nos dijeron que no tenían, así que nos prestaron elefantes. En el día señalado, nos disfrazamos y subimos a unos elefantes enormes; recorrimos varias cuadras, como si hubiéramos hecho un safari. Fue una anécdota divertida, llena de buenos recuerdos.”
¿Cuáles son los deportes que practican en familia?
Raúl Grimaldi: “Mis hijos se inclinaron por la náutica, y algunos también practicaron hockey y roller. El más pequeño participó en ambos deportes, mientras que el mayor se destacó en náutica, convirtiéndose en un referente en el deporte. El menor fue campeón mundial en dos ocasiones, y el mayor también ganó un campeonato mundial en Japón. En resumen, mis hijos han tenido un camino exitoso. Mi hija jugó al hockey, pero decidió enfocarse en sus estudios en Buenos Aires. Ahora ha regresado y juega al tenis. Cada uno ha seguido su propia trayectoria en diferentes disciplinas. Mi esposa y yo jugamos al tenis durante muchos años, pero luego cambié a golf, que es más tranquilo. Ahora disfruto del golf, paseo por el campo y paso horas en el club.”
¿Qué significa para vos el Náutico y cómo ha influido en tu vida familiar y social?
Raúl Grimaldi: “Una de las mejores cosas del club es la vida social. Aquí se hacen amistades auténticas. Me encanta jugar a las cartas; aunque ya no juego tenis, disfruto de las partidas y aprovecho el sauna. Además, tenemos playa, algo que no muchos clubes ofrecen. Es un club completo, con tantas actividades que quien se aburre es porque no sabe qué hacer. A todas las familias que están pensando en hacerse socias, les digo: no lo duden ni un segundo, porque es el lugar ideal para criar a los hijos. Me siento feliz, especialmente porque tengo a mi familia aquí. Tenerlos a todos en Mar del Plata es invaluable, y que vengan al club, que es como nuestro segundo hogar, hace que hayamos vivido todas las experiencias: buenas y malas, especialmente las tristes con amigos que han partido. En 50 años hemos vivido tantas cosas.”
¿Cuál es tu primer recuerdo en la institución?
Raúl Grimaldi: “Me hice socio del club para practicar náutica. Recuerdo que tomé un curso dirigido por un señor llamado Capozzo. En agosto, regresábamos en un velero y, de repente, nos volcamos y caí al agua. Estuve allí como 40 minutos, sintiendo el frío. En esa época, no había trajes de neopreno; solo llevaba una campera de corderoy que me hacía hundirme. Así que pensé: ‘esto no es para mí’. Después de eso, nunca más volví a navegar y empecé a jugar al tenis. Esa es mi historia con la náutica. Antes, jugué al fútbol hasta los 35 años en el Club Universitario. Esa anécdota marcó mi camino, pero mis hijos están fascinados con la náutica. Para el más pequeño, es emocionante poder manejar un barco a los 8 años; la independencia que eso les otorga es increíble.”
¿Qué aspecto trascendental recuerdas del club?
Raúl Grimaldi: “Los momentos de alegría que hemos vivido aquí son trascendentes, porque llenan el espíritu. Los días pasados en el club quedan en la memoria. Recuerdo una anécdota que contó un viajero: llegó a las afueras del Tíbet y vio un cementerio; le llamó la atención que los períodos en las lápidas eran cortos, pensó que era un cementerio infantil. Le preguntó a un lugareño, y este le respondió: ‘no, no es infantil; aquí contamos como días de existencia aquellos vividos con alegría del espíritu’. Y yo cuento esos días como los que he vivido aquí.”
¿Qué legado dejarías a las próximas generaciones?
Raúl Grimaldi: “La verdadera importancia de ser socio del club radica en el amor y el compromiso hacia él. Cuando uno realmente valora al club, eso se traduce en una experiencia enriquecedora. Fomenta amistades profundas y brinda acceso a una variedad de deportes que enriquecen la vida. Todo eso es invaluable”.
Martín Jenkins
Un camino marcado por las olas y el CNMP
Martín Jenkins encarna la excelencia en el Club Náutico Mar del Plata desde 1986. Bicampeón mundial de Optimist (1994 y 1995), dejó una huella imborrable como deportista, instructor y referente. Hijo de un constructor de barcos, su amor por el mar es innato. Considera al CNMP su segunda casa, donde su familia se integró plenamente. A los 11 años inició en Optimist, logrando dos títulos mundiales a los 15 y 16 años. Tras su retiro, fue instructor y colaboró con la IODA para impulsar el deporte en México y República Dominicana. En 2024, fue Team Master del equipo argentino en el Mundial de Optimist en el CNMP. Hoy diseña barcos Raptor para regatas locales, reflejando la evolución de la rivalidad juvenil a la camaradería adulta. Su historia demuestra que el éxito radica en los valores compartidos y el legado que deja en cada nuevo timonel.
¿Cómo influyó la tradición familiar en tu camino en el club?
Martín Jenkins: “Mis padres son de Lomas de Zamora, Buenos Aires, y se mudaron a Mar del Plata cuando mi hermano mayor, siete años mayor que yo, se trasladó aquí. Nací en Mar del Plata, al igual que mi hermano mediano, y desde nuestra llegada, mis padres se integraron al club. Mi papá ya tenía una tradición en la náutica; no solo navegaba, sino que también fabricaba barcos en Buenos Aires, y esa pasión la continuó aquí. El club ofrecía la posibilidad de practicar numerosos deportes, desde náutica hasta hockey, roller hockey y fútbol. La diversidad de actividades y el ambiente de relación fueron fundamentales para que iniciara mi camino en este deporte.”
¿Qué vínculos sociales desarrollaste?
Martín Jenkins: “El club náutico es mi segunda casa. Mis amigos de toda la vida están aquí. Aunque tengo amigos del colegio, los del club son aún más importantes. Recuerdo que, estando en el equipo de la clase Optimist, viajábamos juntos. Nuestros padres nos dejaban desarrollarnos libremente, y cuando sonaba un parlante anunciando que era hora de volver a casa, era una mezcla de nostalgia y anécdotas. Esos momentos de libertad y compañerismo fueron fundamentales para forjar los vínculos que valoro hoy.”
¿Cómo fue tu camino en el Optimist y en la competencia?
Martín Jenkins: “El camino en el Optimist comenzó mucho antes de que yo navegara. Recuerdo a chicos como mi hermano mayor compitiendo y viajando para ganar experiencia. Cuando llegó mi turno, a los 11 años, la generación de dos años por encima tenía un nivel muy alto. Competir desde el principio con chicos exigentes me permitió adquirir la experiencia necesaria para desarrollarme. Esa base y el ejemplo de quienes me precedieron fueron clave para luego competir al máximo nivel y llegar a ser campeón en ocasiones importantes.”
¿Qué significó el Mundial para vos en tu carrera?
Martín Jenkins: “El Mundial tiene una historia profunda para mí, es un evento de gran importancia. Desde chico, el sueño era ir al Mundial; tuve la oportunidad de competir en tres, a los 13, 14 y 15 años. Luego, trabajé con la IODA, la asociación mundial de Optimist, ayudando a países con poca experiencia a participar. Trabajé con equipos de México, República Dominicana y Bermudas. Aunque este año estoy retirado, me llamaron para integrar el equipo argentino, lo cual fue una experiencia intensa, cerrando un ciclo participando en un Mundial en mi club.”
Contanos sobre tu incursión en otros deportes del club.
Martín Jenkins: “La variedad de deportes siempre fue parte de la experiencia. Los chicos de remo, tenis y otros se reunían los sábados para jugar al fútbol, mezclando equipos. Aunque no practiqué tenis o remo formalmente, siempre estuve interesado en diferentes disciplinas. A veces acompaño a amigos que juegan al tenis, y ahora mi esposa también se ha sumado. Aunque antes había rivalidad, ahora nos divertimos juntos. Es grato ver cómo el club se ha adaptado y ofrece más opciones para las nuevas generaciones.”
¿Qué valores te dejó el club y cómo te han formado en lo que sos hoy?
Martín Jenkins: “El club me dejó amistad y respeto, tanto hacia amigos como contrincantes. Aprendí a competir en un ambiente exigente, y aunque el campeonato mundial parecía lo más importante, entendí que lo valioso es el camino recorrido. La náutica me abrió puertas a viajar y hacer amistades en el exterior, lo cual valoro aún más hoy. También el contacto con la naturaleza enseña a enfrentar adversidades. Como padre, quiero que mis hijos aprendan a lidiar con los desafíos a través del deporte y comprendan que la resiliencia es clave.”
¿Cómo te sentís en el año del centenario del Náutico? ¿Qué emociones te genera?
Martín Jenkins: “Estoy tan enfocado en la parte deportiva que a veces pierdo la noción del tiempo. Celebrar 100 años del club me hizo reflexionar sobre su importancia. Al ver fotos antiguas y recordar a personas que dedicaron mucho al club, me impulsó a querer aportar más para no perder su legado. Hemos perdido gente valiosa, y eso me motiva a marcar la diferencia y preservar la historia.”
¿Cómo lográs seguir vinculado al deporte?
Martín Jenkins: “Al haber competido a alto nivel, maduré en varios aspectos. Busco disfrutar de una regata entre amigos, fabricando barcos Raptor con un socio. Vamos a correr con amigos en Mar del Plata. Ver a compañeros competir con sus hijos me entusiasma; quiero hacer lo mismo con mi hijo, quien quiere navegar conmigo. Prefiero disfrutar de la cercanía y el tiempo con mi familia.”
¿Qué legado querés dejar a las futuras generaciones del club?
Martín Jenkins: “Quiero que la náutica en Mar del Plata se entienda como un deporte accesible, aunque complejo. Mi objetivo es que todos tengan la oportunidad de navegar y que comprendan que las frustraciones son parte del aprendizaje. Me gustaría que el Náutico se convierta en un referente de integración y oportunidad para todos”.
Daniel Larreina y Hernán Febbro
De Vilas a las nuevas generaciones: el compromiso del Club Náutico con el tenis
Daniel Larreina y Hernán Febbro son pilares del desarrollo del tenis, impulsando una visión integral y formativa. Larreina, como director de la escuela de tenis, ha estructurado un enfoque educativo que abarca desde los más pequeños hasta los competidores de élite, enfatizando no solo la técnica, sino también el desarrollo personal de cada jugador. Febbro, presidente de la subcomisión de tenis, complementa esta labor con una fuerte conexión al legado de Guillermo Vilas, promoviendo valores como el esfuerzo y la sociabilización entre los socios.
La pirámide formativa del club refleja un compromiso con la enseñanza integral, buscando que cada alumno disfrute del aprendizaje y desarrolle su pasión por el tenis. En esta nota, exploramos cómo se articula esta estructura, el impacto del legado de Vilas y los valores que forman la esencia del CNMP.
¿Cómo se estructura la pirámide formativa del club?
Daniel Larreina: “El trabajo es muy completo. Creemos que el Club Náutico debe abarcar todas las áreas de enseñanza, dada su historia y estructura. Nuestra Escuela de Tenis tiene niveles: comenzamos con el ‘Jardín de Tenis’ para los más pequeños, seguido por un nivel inicial para adultos y jóvenes mayores y menores de 15 años. Luego, los alumnos avanzan al nivel precompetitivo y, finalmente, al grupo de élite. Este proceso se desarrolla en distintos turnos con profesores y un preparador físico. Una vez consolidada la base, dirigimos a los jugadores con mayor proyección a competencias locales, regionales, nacionales e incluso internacionales.”
¿Cómo equilibran la formación de adultos y jóvenes?
Daniel Larreina: “Tras años de experiencia, establezco una línea de enseñanza que no sólo se enfoca en la técnica. El tenis es una herramienta formativa integral. Es un deporte que forja la personalidad por su carácter individual y exigencia. Enseñar a jugar también implica formar la mentalidad, fundamental para la evolución del jugador.”
¿Qué papel juega el legado de Guillermo Vilas en la filosofía del club?
Hernán Febbro: “A Vilas le damos un gran valor. Al ingresar al club, se nota: tenemos su estatua, inaugurada en 2012 con él presente. Además, en el Salón Roque Vilas creamos el Espacio Vilas, un mini museo con objetos y recuerdos donados por su familia y Eduardo Puppo. Queremos que las nuevas generaciones conozcan su legado.”
¿Cuáles son los valores del club y cómo impactan en los jóvenes?
Daniel Larreina: “Transmitimos el legado de Vilas y su profesor, Felipe Locícero. Compartimos el mismo espacio y eso nos obliga a mantener su filosofía. Antes, debías acumular horas en el frontón antes de acceder a una cancha. Hoy, los chicos quizás no lo harían, pero intentamos inculcarles el gusto por el frontón, la técnica automatizada y el valor del trabajo a largo plazo. Adaptamos lo que enseñó Locícero a la realidad actual.”
¿Cómo fomentan la sociabilización y el trabajo en equipo?
Hernán Febbro: “Más allá de lo competitivo, organizamos eventos que reúnan a los socios, como el torneo nocturno y el torneo familiar. En la Escuela de Tenis, aunque los resultados sean individuales, trabajamos en equipo. En los viajes a torneos, los que no juegan alientan a los que compiten, fortaleciendo el sentido de pertenencia. En el Torneo Interclubes, los jugadores reciben el apoyo de cientos de socios, generando unión y compromiso.”
¿Qué mensaje dejan a los alumnos sobre la importancia de disfrutar el aprendizaje?
Daniel Larreina: “Muchos confunden formar campeones con replicar el éxito de Vilas. No podemos generar tantos campeones como él, pero nuestro enfoque está en que cada alumno disfrute el proceso de aprendizaje sin obsesionarse con el resultado.”
Hernán Febbro: “Disfrutar el proceso es clave. En él hay más éxitos que en el resultado final de un torneo, donde solo gana uno.”
Daniel Larreina: “Valorar el esfuerzo diario es esencial. A veces se premia a un campeón sin considerar si su proceso fue el adecuado. El verdadero éxito está en haber disfrutado y aprendido en cada etapa.”
¿Qué cambios tecnológicos han impactado los entrenamientos?
Daniel Larreina: “Las filmaciones han cambiado todo. Antes, filmar era complicado y ver un video podía demorar semanas. Ahora, con los celulares, se puede corregir en tiempo real. También las pelotas de baja presión permiten que niños y adultos jueguen rápidamente. Además, plataformas como YouTube han revolucionado el aprendizaje, facilitando el análisis de jugadas.”
¿Alguna historia inspiradora?
Daniel Larreina: “Hay dos tipos de éxito. Algunos jóvenes, sin ser los más dotados, han conseguido becas en EE.UU. gracias a su esfuerzo. No fueron campeones, pero lograron superarse. Otros, con talento natural, no disfrutan el camino y no comprenden por qué llegaron lejos. Un proceso completo permite saborear el éxito. No se trata solo de campeonatos, sino del valor del recorrido.”
¿Cómo impactó el centenario en el tenis del club?
Daniel Larreina: “Para mí, ha sido muy emocionante. Además de mi rol técnico, participo en la federación y organizo eventos. En septiembre, el Club Náutico será sede de un torneo profesional masculino.”
Hernán Febbro: “Desde hace meses, trabajamos en cada detalle. El centenario nos puso la vara alta, y sabemos que no viviremos otros cien años. La tecnología es clave: incluso usamos inteligencia artificial para organizar eventos. También nos adaptamos institucionalmente con apps y plataformas digitales, sin perder la esencia histórica del Náutico.”