Miccio’s Carnes celebra medio siglo de trayectoria, un camino forjado sobre un pilar inquebrantable: el compromiso. La empresa familiar ha cimentado su historia no solo en la excelencia de sus productos cárnicos, sino en una filosofía de lealtad, confianza y trabajo incansable.
En un emotivo encuentro con la revista CENTRAL, Mario y Mariela Miccio nos abren su mundo, revelando los desafíos y las lecciones que han convertido a su apellido en un sinónimo de garantía. Desde los humildes inicios en 1975, repartiendo en el baúl de un auto, hasta su consolidación como un referente mayorista, la historia de los Miccio es un relato de visión, sacrificio y una profunda conexión con sus clientes, colaboradores y familia.
Punto de partida
-¿Cómo fueron los inicios de la empresa en el año 1975?
Mario Miccio: “Mis comienzos no fueron directamente en la industria de la carne, sino de forma indirecta, vendiendo productos para los frigoríficos de chacinados. Empecé con algo tan simple como los ganchos de alambre, una herramienta fundamental que, aunque parezca una pavada, es indispensable para que los frigoríficos puedan colgar los chorizos. En ese momento, había empresas muy importantes, como Frigorífico Rico, Degomar y Caycobé, que dominaban el mercado. Fue Rodolfo, de Rico, quien me ayudó mucho en mis primeros pasos y a quien considero mi “padre comercial”.
Más tarde, el negocio se expandió de una forma inesperada. Me di cuenta de que no había chivito en Mar del Plata, así que me propuse ser el primero en traerlo. Fue una aventura que comenzó con los repartos en el baúl del auto de mi padre y que, a medida que el negocio creció, me permitió comprar mi propia Citroneta”.
Con el tiempo, la gente que me vendía los chivitos creó un frigorífico en General Belgrano, provincia de Buenos Aires, y empezaron a traer lechones y corderos a la zona. Al notar la decadencia en el consumo de estos productos, conocí a Lucio Barreca, dueño del frigorífico Vivoratá. Este frigorífico era muy importante, construido por los ingleses, y tenía una de las mejores matanzas del país. Así empecé mi trabajo con ellos hasta que, lamentablemente, la empresa se fundió”.
-Después de la quiebra de Vivoratá, ¿cómo siguió su camino?
Mario Miccio: “La quiebra de Vivoratá me obligó a buscar un nuevo camino, y lo encontré con Quickfood. Esta empresa me abrió muchísimas puertas al nombrarme consignatario en ganchera, una figura que no existía en el país. Básicamente, fui el primero en el Frigorífico Quickfood, y esto significó que toda la mercadería que recibía era en consignación. Este acuerdo nos otorgó la representación exclusiva de la marca en Mar del Plata y toda la costa. Mantuvimos esta posición hasta que Quickfood, una empresa argentina, fue vendida a un grupo brasilero”.
-¿Cómo es la relación actual con los frigoríficos? ¿Por qué la elección de Arrebeef?
Mariela Miccio: “Después de la venta de Quickfood, pasamos a ser representantes exclusivos de Arrebeef. Este es uno de los frigoríficos más importantes del país, faenando 1500 animales por día y siendo un gran exportador. Nos enorgullece trabajar con Arrebeef porque es una empresa con más de 100 años de historia que, a diferencia de otras que se han vendido, sigue siendo de capitales argentinos, en manos de la familia de sus fundadores.
Además de su trayectoria, Arrebeef es un pionero en la industria. Fue el primer frigorífico en el país en construir una planta que genera energía a partir de los desechos del ganado, logrando autoabastecerse. Es una empresa que encabeza los rankings de exportación y tiene un claro compromiso con la calidad y el medio ambiente, obteniendo certificaciones como la ISO 9.100”
-Mario, en sus inicios, era usted solo. ¿Cómo fue ese crecimiento?
Mario Miccio: “Empecé solo, repartiendo en el baúl del auto de mi padre y, más tarde, con una Citroneta. De a poco, empecé a sumar gente y camiones. Primero fueron dos, luego tres, y hoy contamos con una flota de cuatro. El verdadero crecimiento se dio con la incorporación de la carne, que nos permitió abastecer a toda la ciudad y a la costa. En ese momento, atendíamos a grandes cadenas de supermercados, cubriendo una zona que iba desde Mar de Ajó hasta Bahía Blanca”.
-¿Por qué decidieron apuntar al mercado mayorista?
Mario Miccio: Nuestra elección de trabajar exclusivamente con el mercado mayorista se debe a la lealtad y el respeto que tenemos por nuestros clientes. Nunca quisimos incursionar en la venta minorista, es decir, abrir nuestras propias carnicerías, porque eso nos pondría en competencia directa con los carniceros del barrio que han confiado en nosotros. La lealtad es uno de nuestros valores más fuertes, incluso por encima de otros intereses comerciales.
-Hablando de lealtad, ¿cómo ha influido en la empresa ser un negocio familiar?
Mario Miccio: “La empresa siempre fue un pilar de la familia. Mi papá, inmigrante italiano, fue un gran comerciante, y mi mamá, Doña Rosa, fue una pionera que nos enseñó el respeto por el trabajo. De hecho, nuestros camiones siempre se llamaron “Doña Rosa”.
En un momento, mi hijo quiso abrir carnicerías, lo que habría significado competir con nuestros clientes. A pesar de que me costó, tuve que desautorizar esa idea para mantener nuestra filosofía de lealtad al cliente. Mi hijo entendió mi visión y hoy se dedica a otros emprendimientos, y yo sigo viniendo a la oficina todos los días”.
50 años en el rubro
¿Qué desafíos tuvo que enfrentar la empresa a lo largo de estos 50 años?
Mario Miccio: “Es muy difícil mantenerse por 50 años en este rubro. El primer desafío es que trabajamos con un producto perecedero: si no lo vendés hoy, se echa a perder. Esto nos obliga a vivir a un ritmo muy acelerado. Además, el mercado es muy competitivo, con mucha informalidad.
Mariela Miccio: “El país tampoco ayuda. La falta de reglas claras nos ha obligado a adaptarnos constantemente a los cambios. Un claro ejemplo fue durante un gobierno anterior, cuando se cerró la exportación de carne por un mes. Nuestra mercadería es remanente de exportación, lo que nos dejó sin producto para vender. Mario Miccio: “Actualmente al no haber tanta inflación como antes, el consumo es menor y los plazos de pago se estiran. Esto nos obliga a ser flexibles y a comprar menos mercadería para no stockearnos tanto. A pesar de esto, siempre mantenemos un volumen de stock mínimo para poder abastecer a clientes grandes en cualquier momento. Nuestro lema es: nunca nos caracterizamos por no tener lo que pidieron.
¿Qué diferencias hay entre antes y ahora en la administración del negocio?
Mariela Miccio: “En cuanto a la forma de trabajar, todo ha cambiado muchísimo. Antes las ventas se manejaban con un cuadernito, con una libreta, donde uno anotaba a mano lo que se vendía. Hoy en día eso sería impensado. La administración pasó a ser un área clave dentro del negocio, porque ya no se trata solo de vender carne, sino de tener un respaldo legal y fiscal para cada operación.
La actual carga impositiva exige mayores recuros administrativos. Mariela se encarga de esa parte, y la verdad es que sin ella sería imposible, porque la administración se volvió tan importante como la propia comercialización. Para vender un kilo de carne hoy hay que generar un remito electrónico, recién después se puede emitir la factura, y además cumplir con una cantidad de documentación sanitaria, impositiva y registral.
Hoy todo está digitalizado: los informes, las presentaciones, los registros. Antes existía el OUCCA, ahora se llama RUCA (Registro Único de la Cadena Agroalimentaria), y sin estar inscripto ahí directamente no se puede vender”.
Mario Miccio: En definitiva, lo que antes era anotar en un papelito, hoy es un sistema completamente digital y regulado. Eso exige ser muy prolijos y responsables, que es justamente como a nosotros nos gusta trabajar: todo en regla, todo en orden. Esa manera de hacer las cosas es parte de nuestra identidad como empresa”.
-¿A qué edad se sumó Mariela a la empresa?
Mariela Miccio: “Me sumé a la empresa a los 15 años. Mis primeras tareas fueron muy sencillas, pero esenciales. En esa época, la oficina estaba en el fondo de nuestra casa, y recuerdo que me pasaba horas controlando las liquidaciones y los remitos, que antes eran totalmente manuales y rústicos”.
Mi tarea más memorable fue la de “ayudar con los ceros” en la época de hiperinflación. Para la gente en ese momento era muy difícil, de un día para el otro, un kilo de carne que valía 150 australes, pasaba a costar 1.500. Mis padres y el personal no estaban acostumbrados a los australes, así que yo, la más joven, era la encargada de controlar que los ceros de los remitos estuvieran correctos”.
– ¿Cómo se adaptan a las nuevas necesidades del mercado?
Mario Miccio: “Hemos visto una disminución en la venta de asado, que se ha convertido en un “artículo de lujo” por la situación económica. Por eso, además de los cortes tradicionales, estamos incorporando productos complementarios que el carnicero de barrio necesita, como los productos rebozados y congelados de Solimeno. Esta colaboración nos permite ofrecer un servicio integral.
La carne tiene sus modas. Hubo un tiempo en que la entraña no valía nada, y ahora es uno de los cortes más caros. En verano, por ejemplo, el consumo de lomo y nalga se dispara porque mucha gente viene de vacaciones a la costa. Por eso, tenemos que estar preparados con un buen stock de esos productos para poder satisfacer la demanda”.
-¿Qué cortes de carne trabajan en el frigorífico?
Mariela Miccio: “Comercializamos asados, que incluyen costilla, vacío, matambre y entraña en piezas de unos 20 kg. Además, contamos con una amplia variedad de cortes en cajas envasadas al vacío, enfriadas o congeladas, de entre 15 y 20 kg cada una. Entre ellos se pueden seleccionar: peceto, vacío, colita, nalga con tapa, bola de lomo, cuadrada, lomo, ojo de bife, bife angosto, aguja, mollejas, matambre, entraña, cuadril, tapa de asado, tapa de nalga, riñón y paleta.
¿Qué significa para usted que el negocio lleve su apellido?
Mario Miccio: “Trabajar con apellido propio es una carga y una responsabilidad muy grande. El público no se da cuenta de lo que significa. Hay muchos comerciantes que no están en regla, pero nosotros hemos apostado por la calidad, la lealtad y la continuidad, que son nuestros pilares. Nuestra reputación se construyó a lo largo de 50 años. Es un legado que nos dejó nuestra familia y que nos esforzamos por honrar cada día”.
El mercado de la carne
¿Cómo es la operatoria actual de la empresa y su logística?
Mariela Miccio: “Nuestra empresa ha crecido considerablemente. Ahora, cada uno de nuestros camiones tiene una zona de reparto asignada dentro de la ciudad, lo que nos permite abastecer de manera eficiente a Mar del Plata y sus alrededores. También tenemos muchos clientes de ciudades cercanas, como Santa Teresita, Miramar y Bahía Blanca, que vienen a nuestra cámara a comprar y llevar la mercadería a sus localidades. Tanto nuestra cámara como cada uno de nuestros camiones funcionan como puntos de venta.
Contamos con un frigorífico de 700 m 2 construido bajo los más estrictos estándares de calidad. Con capacidad de almacenamiento de hasta 100.000 kg de carne, nuestras instalaciones están diseñadas para mantener la frescura y la integridad de cada corte. Además, nuestra flota de cuatro vehículos refrigerados garantiza que nuestros productos lleguen en perfectas condiciones”
-¿Qué tendencias han notado en el consumo de carne?
Mario Miccio: “Con el tiempo, hemos observado una tendencia a la baja en la venta de algunos cortes, especialmente el asado, que hoy en día se ha convertido en un artículo de lujo para muchos consumidores. Nuestra empresa siempre se ha destacado por la venta de asado, pero la gente, al mirar el bolsillo, opta por cortes con más pulpa, como el vacío. Por eso, hemos tenido que adaptarnos y diversificar nuestra oferta”.
– ¿Qué cambios han implementado para adaptarse a estas nuevas tendencias?
Mario Miccio: “Al visitar las carnicerías de barrio, muchas de las cuales atendemos desde hace 50 años, hemos notado que han empezado a incorporar productos rebozados, congelados y de otras líneas. Nuestra idea es poder ofrecerle al carnicero todo lo que necesite de un solo proveedor. Por eso incorporamos rebozados y congelados Solimeno, una marca ya instalada en el mercado. Este año, logramos un acuerdo mutuo: ellos buscaban un distribuidor y nosotros buscábamos incorporar estos productos que los carniceros ya estaban vendiendo cada vez más”.
– Además de la distribución, ¿ofrecen algún otro servicio que los distinga de la competencia?
Mario Miccio: “Sí, nos esforzamos por ofrecer un servicio que vaya más allá de la simple entrega. Una de nuestras principales diferencias es que repartimos de lunes a sábado. Las carnicerías, al tener cámaras pequeñas, nos hacen pedidos de manera frecuente, sabiendo que en cualquier momento pueden levantar el teléfono y recibir la mercadería el mismo día o al día siguiente”.
Mariela Miccio: “Además, ahora ofrecemos el servicio de congelamiento. Muchas carnicerías no tienen espacio suficiente para guardar mercadería, especialmente para las fiestas o el verano. Nosotros les alquilamos frío, permitiéndoles guardar productos en nuestras cámaras. Por ejemplo, si un cliente compra 20 asados, puede vender cinco y congelar los 15 restantes para otro momento. Esto les ahorra tiempo y el costo de fletes a otros depósitos, ya que la mercadería va y viene con nuestros propios camiones. Este servicio, que originalmente pensamos en ofrecer a terceros, ahora es exclusivo para nuestros clientes”.
– ¿Cuáles son los pilares fundamentales de su negocio?
Mario Miccio: Para nosotros, todo se basa en tres pilares: calidad, precio y continuidad. No somos los más baratos, pero cobramos por la calidad que ofrecemos. Como solía decir una vieja propaganda, “si querés fumar bien, Benson & Hedges es lo más caro”, o “Grundig”, la mejor tecnología alemana en aquella época. Hoy, nuestro eslogan sería el mismo: no somos los más económicos, pero garantizamos un producto de la más alta calidad de exportación.”
Trabajar en equipo
Hablemos un poco sobre su equipo de trabajo. ¿Cómo describiría a esta “gran familia”?
Mario Miccio: “Tenemos un equipo de trabajo muy importante, con gente que lleva años con nosotros. Ellos sienten que la empresa es suya, tienen la camiseta puesta. Para ellos, es un orgullo pertenecer a la empresa, y es porque comparten los valores que nosotros tenemos: la dedicación, el esfuerzo y la lealtad. No es solo un trabajo; es un compromiso.
Ellos son los que llevan a cabo las decisiones que tomamos. Un ejemplo es cuando la venta de asado bajó por la situación económica. Me preocupé mucho porque el asado siempre fue nuestro producto más fuerte. Llamé a mi equipo y, entre todos, hablamos con nuestros clientes en Bahía Blanca y otras zonas para buscar nuevas alternativas y mercados. El problema se resolvió porque el equipo siempre está buscando iniciativas, pensando en cómo crecer”.
¿Cómo logran mantener la unidad en el equipo?
Mario Miccio: Siempre les recalco la importancia del trabajo en equipo. Como no somos muchos —unas 25 personas en total—, se tiene que dar una sinergia entre todos. Por ejemplo, si un repartidor termina su jornada y un compañero de otra zona necesita ayuda en la cámara, todos colaboran. Nos vemos como una gran familia, donde cada uno tiene su área, pero todos trabajamos juntos para mantener la empresa a flote. Se compenetran con el sacrificio que implica mantener el negocio. Sin ellos, todo lo que hemos logrado sería imposible, porque son quienes ejecutan todas las decisiones que tomamos.
El futuro es día a día, y mi equipo está preparado para eso. Hemos superado momentos muy difíciles, como las crisis económicas y la pandemia. Mi hija, que ahora está a cargo de la empresa, ha traído una nueva forma de liderar. Es muy difícil ser mujer en un rubro que siempre fue machista, pero ella supo ganarse el respeto de todos. Ella tiene otra forma de manejar a la gente, algo que yo no manejaba, y me doy cuenta de que es mucho más eficiente. Su gestión y la experiencia de nuestro equipo son el equilibrio perfecto para seguir adelante”.
Honrando el pasado, construyendo futuro sobre la lealtad
Miccio’s no es solo una empresa; es una institución en Mar del Plata. Su historia es un testamento a la perseverancia y la adaptabilidad, pero, sobre todo, a la lealtad. A lo largo de los años, Mario ha demostrado que en un rubro tan competitivo como el de la carne, el verdadero valor no reside en ser el más barato, sino en la calidad innegociable, el compromiso con el cliente y el respeto por un legado familiar. A medida que la segunda generación toma las riendas, con la experiencia de Mario y el liderazgo de Mariela, la empresa se proyecta hacia el futuro con la misma filosofía que la vio nacer: no es solo un negocio, es una gran familia que se extiende desde la oficina hasta la carnicería de barrio. A 50 años de su fundación, Miccio´s Carnes nos recuerda que los principios y valores son el ingrediente secreto para cualquier receta de éxito duradero.