Consejos de manejo de nuestro jardín de cara a la primavera
El eje del planeta Tierra llegó a su desplazamiento máximo y ahora el polo sur comienza su acercamiento a la estrella madre de la vida: el Sol. Y con ese acercamiento también renacen nuestras ganas de vivir al aire libre en la Ciudad de Mar del Plata. Y luego de meses de abandono del jardín ¿qué nos encontramos? Seguramente tierra arrasada: plantas heladas, sistemas de riego trabados, césped quemado o, incluso, borrado por el paso de los perros. Ese “campo de batalla” deberá ser recuperado para preparar la “cancha” para los mejores sucesos de nuestra vida social y/o íntima: el tiempo al aire libre.
El primer paso es limpiar el jardín de hojas muertas, ramas caídas y otros residuos. Esto ayudará a prevenir la propagación de enfermedades y plagas. También es importante retirar las malas hierbas, que roban nutrientes a las plantas. Una vez que el jardín esté limpio, es hora de preparar el suelo para la siembra de césped y plantación de nuevas plantas. Esto se puede hacer aflojando la tierra con una azada o, en el caso del césped, con un rastrillo. También es recomendable añadir abono o compost para enriquecer el suelo y proporcionar a las plantas los nutrientes que necesitan.
La primavera es el momento ideal para sembrar o plantar nuevas plantas. Podemos elegir entre una gran variedad de especies, como flores, arbustos, árboles frutales o verduras. Es muy importante asesorarse muy bien con especialistas confiables, ya que errar la elección de una especie nos puede derivar en el futuro en tener que lidiar con un monstruoso árbol o, incluso, con una planta que no crece porque no está en el lugar indicado. Para eso tener en cuenta: crecimiento final de la especie y si se puede controlar con poda o no. A veces la poda contribuye a la forma y tamaño del ejemplar y, a veces según la variedad, la poda va en detrimento de su valor ornamental. Exposición solar, tenemos que conocer el lugar, observar las sombras y horas de asoleamiento para dar con una especie que crezca en las condiciones que plantea esa parte del jardín. Los jardines esconden muchas situaciones distintas y, en un mismo jardín según donde se oriente la planta puede vivir o no. Lo mismo con los reparos del viento o topografía del mismo, ya que las partes bajas suelen acumular más humedad de lo normal y no todas las planas están a gusto.
Distinguir aquellas plantas que necesitan poda de las que no es fundamental. Y entender que aquellas que son lindas en estado silvestre deben podarse muy cuidadosamente ya que una poda tipo cerco puede arruinar su look salvaje del que disfrutamos. Esas son las más lindas y las más difíciles de podar. Para hacerlo bien primero hacemos un entresacado o “raleo” y luego cortamos el largo en distintas medidas, reduciendo la mata pero no formándola. Acá es donde fallan la grandísima mayoría de podadores, a tener atención. Para todos los casos de poda seleccionamos los tallos jóvenes y sanos y descartamos los más leñosos y envejecidos.
Los árboles no se podan, solo las ramas que molestan. Si la espesura de la copa hace demasiado sombra se debe realizar una poda de raleo, entresacando capas de ramas sin deformar la silueta del árbol. Los cortes se hacen cuidadosamente en el cuello de cada rama, justo sobre el labio cicatrizante y deben desinfectarse y aplicar cicatrizante. Uno muy efectivo y orgánico es la canela que usamos en la cocina. Otra práctica que hacemos para mejorar el asoleamiento de los jardines chicos, y veredas públicas, es la elevación de copa, cortando las ramas bajas y “llevando así la copa para arriba”.
El césped se rastrilla para abrir la tierra y eliminar hojas muertas. Se resiembra con especies de verano, se tapa con arena dulce o tierra negra tamizada (los más fanáticos pueden usar turba) y luego se fertiliza con fosfato diamónico o algún fertilizante para césped rico en fósforo y nitrógeno o alguno especial para césped. En los barrios privados del sur la red de agua es propia y extraen el agua de la roca, por lo que es muy dura y conviene acidificar el suelo con sulfato de hierro aplicado a regadera.
Los riegos automáticos pueden que estén trabados por el sarro y algún caño roto por tareas realizadas y, al tenerlos apagados en el invierno no fue detectada la novedad, por lo que conviene ponerlos a andar de a poco y chequear su funcionamiento. Si aún no tiene el programador con wifi para gestión desde smartphone el reemplazo no es costoso y no hace falta más que cambiar un aparato por otro si necesidad de cambiar nada más del sistema. Válvulas, colectores, cañería, toberas: queda todo igual. En cuanto a la programación habrá que ir haciendo los ajustes estacionales correspondientes, lentamente a medida que el clima eleve la temperatura y la humedad comience a faltar. Siempre hay que supervisar uno y no confiar solamente en la tecnología. El riego automático es una ayuda nuestra, pero el control siempre debe estar en nosotros.
En sanidad: ahora comenzarán a aparecer las plagas y malezas típicas del calor, conviene estar encima para evitar que se propaguen. Sobre todo quienes tengan frutales y rosales deberán estar atentos en esta época. Siempre es mejor prevenir que curar. Si aparece alguna plaga recurrir rápidamente al vivero y lo mejor es llevar una muestra en una bolsa o frasco. Si sacan fotos recordar de enfocar muy bien, ya que en el detalle se puede leer el síntoma y en el síntoma está la cura. Y ahí es donde fallan muchos jardineros aficionados: en el seguimiento del tratamiento. Hay que hacerlo en la frecuencia que se dicta y las dosis deben respetarse para no incurrir en fitotoxicidad o en generar una resistencia al tratamiento por dosis livianas.
Textos: Antonio Antoniucci